Las enseñanzas del Maestro Ciruela
La pregunta indicada

Usted acaba de realizar una brillante exposición: por ejemplo explicó (frente a un auditorio de unos 30 estudiantes) por qué flota un cuerpo en el agua. Y siente esa satisfacción intensa de saber que lo hizo bien, que el discurso fue claro, lógico, didáctico, ameno, simpático, pulcro, rico, preciso, exacto, impoluto e inodoro. Su voz (seguramente impostada) resonó estridente llenando los recovecos de la ignorancia que apestaba por doquier... Y quedó muy claro que era bien justo darle la razón a Arquímedes por su principio y también por su fin. Es en ese preciso instante de irrepetible clímax que cometemos el craso error de arruinarlo con la pregunta equivocada:

-¿Entendieron?

No quepa duda: los hados y las musas lo habrán abandonado.

 
 
   
    Es cierto que "¿Entendieron?" -como cualquier otra pregunta equivalente- puede considerarse simplemente una muletilla, casi como toser, o decir "bueno", "listo", o...

Pero, en cambio, si "entendieron" es una auténtica inquietud del docente responsable que no se conforma con el mejor discurso sino sólo con la comprensión cabal o, mejor aún, con el aprendizaje de sus alumnos, entonces no pregunte "entendieron" ni "está claro" ni nada de eso, pues esas son las preguntas equivocadas. Por lo general no se contestan, o se contestan mintiendo por temor a la incomodidad, o al ridículo. Yo sé que es difícil modificar una muletilla, pero puede hacerse el intento...

Ahora bien, cuál es la pregunta indicada: es aquella que obliga a los alumnos a resolver una cuestión sencilla (muy sencilla) que sólo se resuelve si verdaderamente entendieron lo que acabamos de explicar. Por ejemplo: "-¿Entonces qué les parece... podrá flotar un objeto de hierro?"

También es cierto que todo esto pierde un poco de sentido si no sabemos cómo actuar después de formular la pregunta indicada... pero ése será el tema de nuestra próxima lección.
Artículo publicado en la revista EXACTAmente. Todos los derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Ilustración de Santiago Erausquin. Última actualización jun-06