Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Estatuas

Hay quien anda diciendo por ahí que el buen docente es necesariamente un actor. Y tal vez haya en ello algo de razón. Pero sólo algo. De lo que puede estar seguro es de que el buen docente es aquel capaz de mantener la atención del auditorio: que los alumnos no se aburran, que no se duerman, que no quieran cambiar de canal. Para esto hay varias reglas que usted puede atender. Una de ellas, muy sencilla, es la siguiente: MUÉVASE. Pasee, visítelos en sus pupitres, sus bancos, sus pasillos llenos de incertidumbre. Si suelta la osamenta tal vez descubra (si ya no lo hizo) que su propio cuerpo humano es un muñeco apropiado para experimentar y demostrar la mecánica newtoniana, o cualquier otra cosa de la que esté hablando.

No se pretende que realice un despliegue coreográfico al estilo Hollywood... no hace falta la mímica de Marceau ni la agilidad de Kelly. Pero no se quede parado como una estatua porque las criaturas de hoy viven haciendo zapping, y -aunque también se logra- es mucho más difícil hacerlos disfrutar de un museo.

 

 
 
   
Artículo publicado en la revista EXACTAmente. Todos los derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización jun-06.Buenos Aires, Argentina.