Las enseñanzas del Maestro Ciruela
LA BALANZA DE PLATILLOS
El artefacto más sencillo

A los ojos de cualquier físico, químico, o el científico que fuere, e incluso a los ojos de cualquier persona sin distingos de profesión, religión ni sexo, no deben existir artefactos más sencillos y rudimentarios que las balanzas de platillos. Sin embargo...

Le propongo el siguiente experimento: pídale a algún químico (y los elijo a ellos porque son los más familiarizados con este entrañable objeto) que le explique cómo funciona la balanza. Encontrará sin duda una explicación falsa consistente en la equilibración de los dos platos que cuelgan de los extremos de una barra rígida suspendida por el centro, mediante el agregado de pesas cada vez más pequeñas. Tal vez encuentre alguno que le hable de la cuchilla y lo bien afilada que debe estar para que no haya rozamiento. No importa.

Semejante artefacto no podría equilibrarse nunca; la más mínima e inevitable diferencia de peso entre ambos lados provocaría una aceleración que terminaría dejando un platillo por el piso... ¡siempre! Más aún: supongamos que alguien pudiera hacerlo... en ese caso, la barra no tendría -necesariamente- que quedar horizontal.

La balanza de platillos sólo funciona porque cumple este requisito crucial: el centro de gravedad (G) se encuentra debajo del punto de suspensión (S), de modo tal que un desplazamiento lateral del mismo produce un torque contrario al producido por el desbalanceo de los platillos. Cuanto más próximos se hallen S y G más sensible resulta la balanza. ¡Ja

 
   

Artículo publicado en la revista FÍSICARTAS. Algunos derechos reservados. Se permite su reproducción citando la fuente. Última actualización nov-06. Buenos Aires, Argentina.