Las enseñanzas del Maestro Ciruela
Racionales y objetivos

Aunque el conocimiento científico reniega del principio de autoridad como recurso de validación, la gente de a pie lo utiliza para sostener sus creencias, sean éstas religiosas, mágicas, o científicas y racionales. Los profesores de ciencias… ¡y aun los científicos también! Parece contradictorio…

Pero no lo es: una cosa es la actitud de la gente –sea quien sea- y otra cosa las teorías del conocimiento -sean cuales sean-. Si la gente adopta un sistema de creencias basándose en el principio de autoridad eso en nada afecta al sistema de conocimiento. La ciencia NO utiliza el principio de autoridad como método de validación. Las creencias religiosas, SÍ. La ciencia utiliza como criterio de validación la contrastación con la realidad. Eso es independiente de lo que haga después la gente. Son problemas diferentes.

Aclarado esto, podemos preguntarnos por qué la gente -aún diciéndose racional y objetiva- utiliza el principio de autoridad para organizar sus creencias. Se me ocurre que nadie puede ser escéptico y descreído de TODO porque no podría avanzar hacia ningún lado ni en ningún aspecto. Nos reservamos el escepticismo para aquellos sitios claves (tal vez dudosos, tal vez incómodos, tal vez cruciales) de nuestras creencias.

Para el resto aplicamos lo que yo llamaría un principio de autoridad transitiva. O sea, creemos en fulano y no en mengano porque suponemos que fulano basa sus creencias en fuentes racionales y contrastadas con la realidad, y en cambio mengano, en fuentes reveladas. Por ejemplo no ponemos en duda TODO lo que dice nuestro profesor de Física porque suponemos que él basa sus creencias en sistemas racionales que NO utilizan como argumento de validación el principio de autoridad; o las basa en personas que, a su vez, basan sus creencias en sistemas racionales... y así.

El mecanismo transitivo puede utilizarse con suma confianza, porque siendo uno racional y objetivo detecta rápidamente si en algún lugar de la cadena la transitividad se ha cortado. A eso sí, en general, uno está atento, porque los charlatanes siempre se afanan en imitar a los racionales.


 
 
  
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