Emergencia moral
La Universidad sufre una emergencia moral y ética sin precedentes. Pequeños grupos de estudiantes o pseudoestudiantes -en su mayoría militantes de partidos políticos: PCR, PO, CEPA, LISTA UNIDAD y otros sellos, que cuando más gente juntan no llegan a los 300 (la UBA tiene 350.000 estudiantes)-, utilizando prácticas patoteras y mafiosas, impiden el funcionamiento democrático de la Universidad y de varias Facultades, traspasando los límites de la convivencia civilizada, la compulsa de ideas, el diálogo, el debate.
Irrumpen violentamente en sesiones del Consejo Superior o del Consejo Directivo, interrumpen los debates, toman instalaciones, patotean a los legítimos representantes de los claustros para que no puedan ingresar a las sesiones, insultan, llegan a la violencia física, destruyen mobiliario.
Hacen todo eso por dos motivos: el primero es la indefensión de una institución que no fue concebida para ejercer fuerzas de control o disciplinarias; en cambio fue concebida para debatir ideas civilizadamente. El segundo es el silencio cómplice de las grandes mayorías estudiantiles que no se expresan, que no participan, que no se involucran, que no se comprometen, que no asumen que son parte del gobierno universitario por mandato del pueblo argentino.
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