Tonterías
Represión policial y lógica mediática

La peor derrota es la que se mete en nuestras cabezas, y eso ocurre cuando a fuerza de repetir falacias nos destruyen el sentido común.  Eso es lo que está ocurriendo cuando se analiza el comportamiento policial en la represión de las manifestaciones contra la reforma previsional.

La premisa fundamental que los medios soslayan es que el proceder policial debe ser tal que no se puede agredir ni dañar a los ciudadanos que no están infringiendo ninguna norma social. Que es justamente lo que a mí me ocurrió en las multitudinarias marchas de diciembre de este año en la Plaza de los dos Congresos. Yo concurrí a manifestar mi descontento y a peticionar a las autoridades. Lo hice en paz, sin ninguna actitud violenta. Mi accionar no solo no viola ninguna norma social sino que está avalada explícitamente en nuestra constitución.

Es cierto que en ambas marchas hubo violentos que tiraban piedras a las fuerzas policiales (infiltrados policiales, lúmpenes que creen que la política es una batalla campal, y otros no tan lúmpenes). Pero eso no obsta ni en un milímetro el principio fundamental correcto del accionar policial: no sólo proteger a los ciudadanos sino sobre todo no agredir a los inocentes. Esta premisa básica implica que si las fuerzas policiales no tienen medios para reprimir a los violentos sin lastimar ni molestar a los ciudadanos de a pie, entonces, no deben accionar.

Pongamos un ejemplo extremo: un delincuente toma rehenes en un banco. La policía rodea la manzana. A nadie se le ocurre que los uniformados puedan ingresar a balazo limpio. Al contrario deben aguardar el momento indicado en que se garantice la integridad de los rehenes. Deben aguardar, intentar negociar, o incluso ceder. La premisa fundamental es no dañar a los ciudadanos inocentes incluso a costa de fracasar en la represión del delito.

Lamentablemente los medios periodísticos argentinos han perdido el norte. Las imágenes registradas durante los desmanes muestran claramente un cuerpo policial desbocado, gaseando multitudes mayoritariamente pacíficas, pegando con palos a diestra y siniestra indiscriminadamente, actuando con saña, baleando a quemarropa a gente que indudablemente no formaba parte del grupo violento (con balas de goma que lastiman y mucho), aplicando esprays irritantes a modo de agresión o castigo y no de disuasión, atropellando con motos y otros vehículos... y finalmente privando de la libertad a ciudadanos pacíficos que -algunos- ni siquiera participaron de la manifestación. Las imágenes son poderosas… pero en los medios periodísticos se contraponen a las fotos de los manifestantes violentos y se analizan como si de una riña entre iguales se tratara.

Es muy probable que los policías sean conscientes de que están llevando a cabo un accionar delictivo, porque pese a las normas vigentes concurren a la represión sin identificación y actuando desde el anonimato. Parece que les hubieran lavado el cerebro (como intenta hacer la prensa con nosotros), o que tuviese vigencia la obediencia debida, o hubiesen olvidado que sus escudos y vestimenta de protección antidisturbios y sus armas fueron pagados por el pueblo para que nos protejan, no para que nos agredan.


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