Tonterías
Muñecos

Bogas, buscapleitos, lavanderos, manyapapeles, tordos, buitres, avenegras... no son pocos los apelativos para abogados. Lo de muñecos alude a que siempre andan disfrazados de burgueses, trajeados con corbatita, impecables, como los maniquíes de las tiendas paquetas de pilchas masculinas. Casi todos los apodos son despectivos, y me parece que hay algo de razón. Pero me surge una duda existencial.

¿Tan tierno puedo ser? ¿No sienten ustedes, como yo, que la profesión de abogado está terriblemente desvirtuada? ¿No perciben ese tufillo a que ser buen abogado es sinónimo excluyente de conocer todas las trampas y todos los vericuetos legales? ¿Astucias dirigidas a alcanzar objetivos generalmente relacionados con un beneficio económico o espurio, y muy pocas veces con ayudar a la gente a recibir justicia, y a la sociedad a repartir el beneficio de la ley?

¿Será muy infantil la pregunta que sigue? ¿Cuál es la función de un abogado: lograr el mejor beneficio para su cliente... o procurar la mejor garantía de justicia para su cliente? Pareciera ser que la respuesta actual es la primera, y en la segunda mejor ni se piensa.

Me resulta sarcástico cuando escucho a algún periodista protestar porque tal o cual causa no avanza porque el letrado interpuso un recurso de lo que pito sea. ¿Se sorprende? ¿No se plantea que nuestros abogados salen como máquina de hacer chorizos de las altas casas de estudios rebosantes de matrícula improductiva?

No hay caso, pasan los años y cada vez soy más ingenuo. En lugar de crecer y aprender, me salen estas tonterías.


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