¡Alucinante!

 

 

Tonterías
Camping organizado

Si me dan a elegir entre el infierno y un camping organizado opto por el averno. Y no es que no me guste el camping, ya verá. De hecho me encanta y hasta lo prefiero a un hotel cinco estrellas. Como muchos habitantes de la ciudad, cuando puedo escaparme de vacaciones, busco desesperadamente la naturaleza y el mejor modo de encontrarla es en un camping libre o, si usted quiere, un camping salvaje.

Los susurros del campo, los bisbiseos de la montaña, el arrullo del mar o el murmullo de la arena son todos sonidos embriagadores como cantos de sirena. Amo escucharlos hasta el paroxismo. Tomar agua de un río, caminar lo inexplorado, desafiar una altura, descubrir un lago propio, bañarse desnudo, cargar una mochila con lo mínimo indispensable, observar la fauna escondida, entender por fin el ciclo diurno de luz-oscuridad, vivir la soledad de un fogón perdido en la inmensidad y hasta el profundo miedo a la noche. Lo que la naturaleza puede maravillarnos es indecible. La intimidad con la naturaleza me transporta a un tiempo perdido y a un encuentro con mis antepasados prehistóricos. Me pregunto cómo sobrevivieron aquellos hombres y mujeres sin encendedores ni celulares, qué cosas disfrutaban, qué cosas temían. Los veo moverse, astutos, inteligentes... Es fascinante.

El camping organizado es la contracara. Las veces que recalé en alguno para encontrarme con la naturaleza fueron grotescos chascos. Nunca faltan los coinquilinos que solidariamente musicalizan todo el predio y a todo volumen y a toda hora, cuando no en competencia disonante con otros vecinos que poseen parlantes de mayor potencia. No es infrecuente que esta mezcolanza de orquestas superpuestas se matice con gritos y hasta con bocinazos. Suelen manifestar intolerancia a la oscuridad por lo que meten luces de 300 watts por todos lados. Millones de estrellas desaparecen del cielo, irremediablemente. ¿Qué hacen acá estas personas? Poseen innumerables accesorios para el camping: la carpa de cuatro cuerpos con living, la carpa baño, la mesita desplegable, las sillas, la alacena de mosquitero, el refrigerador, el anafe a garrafa, la cama dos plazas y media inflable, hacen pozos terribles y les encanta generar basura, toneladas de basura. Vienen al campo, indudablemente, a reproducir su vida de departamento del 6to. H. Lo he visto con mis propios ojos, créame, una familia mirando la televisión dentro de una carpa tipo gacebo. No es cuento, lo juro.

OK, ya. Admito que es una tontería... Pero ellos se lo pierden. Y yo no, ni soñando.

 

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